Los Beduinos

Los habitantes más antiguos del desierto de Arabia

Beduino (en árabe Bedawi) Nómada árabe del desierto. Supervivientes de condiciones climáticas y ambientales muy hostiles. Son los habitantes más antiguos del desierto de Arabia, desde hace aproximadamente 8.000 años. La cultura árabe considera que los beduinos son árabes «ideales» debido a la pureza de su sociedad y estilo de vida. En el Corán se les conoce como “los árabes”. Habitan regiones de Oriente medio y la región a cielo abierto más grande del mundo, que es el Sáhara Occidental. Zonas inhóspitas que reciben menos de 5 centímetros cúbicos de agua al año. Su número ha ido disminuyendo considerablemente en todas las zonas desde el siglo XX.

Históricamente el beduino ha vivido su vida en conexión con la naturaleza, dedicados básicamente al pastoreo y al ganado en general, atravesando las arenas del desierto en busca de pastos para su ganado y realizando comercio de trueque. Necesariamente han tenido que adaptarse al medio, lo que implica movimiento. Sin más brújula que el sol, las estrellas y la inclinación de las dunas esculpidas por el viento. Expertos rastreadores de huellas en la arena. En la actualidad la mayoría son semi nómadas. A finales del siglo XX los nómadas constituían menos del 1 por ciento de la población de las naciones donde vivían. Debido a la mayor desertización de determinadas zonas del planeta, la tradición agrícola va también desapareciendo en la región de M’Hamid, por lo que a la mayoría de jóvenes solo les queda como salida laboral el turismo.

Los beduinos, siguiendo una antigua tradición, dan cobijo y alimento a cualquier persona que llegue a su casa, sin esperar nada a cambio. Nunca preguntan a sus invitados quiénes son o a dónde van. Se limitan a ofrecerles amablemente un lugar donde descansar. De ahí su reconocimiento como pueblo hospitalario y generoso.
Hablan sus propios dialectos del árabe. Concretamente este grupo habla el Hassanía en árabe Hasaní (también llamado kalam). Pertenece al continuum lingüístico de dialectos orales árabes. Tienen una rica tradición oral de narración de cuentos, poesía y música.

Se alimentan principalmente de trigo, dátiles, arroz, los derivados de la leche del ganado y de su carne, incluido leche y ocasionalmente, carne de dromedario.

Y del trigo surge el pan y la ceremonia de elaboración del pan. Se trata de un acto tribal en el que participa todo el clan. En la noche fría del desierto, al calor de la hoguera y los tambores,
el pan humeante no solo calienta las manos, también el espíritu. El pan se convierte así en pan de comunión, el pan alimenta cuerpo y alma, el pan une; ese pan es “el pan de arena”, el pan de la esperanza.

Todo tiene un por qué, sus ropas funcionales y elegantes, de colores vibrantes y diseños intrincados. Las túnicas o thawb, permiten libertad de movimiento y la circulación del aire, ayudan a soportar mejor el calor extremo del desierto y protegen contra el sol y la arena. El vestido principal para los hombres es el thawb de algodón blanco o la túnica gris. Encima de la túnica, los hombres suelen llevar mantos de seda larga o chaquetas de algodón llamadas kibrs. Lucen un pañuelo en la cabeza, o kaffiyeh, que les ayuda a protegerse del duro sol del desierto.

Los beduinos tienden a ser pequeños y delgados. Una de las razones de esto es que la comida escasea en el desierto y estar delgado ayuda a eliminar el calor corporal.

La mayoría de los beduinos son musulmanes sunníes. Siguen manteniendo creencias ancestrales en espíritus o genios. Espíritus conocidos como jinnis. Los jinnis son, según la leyenda musulmana, espíritus capaces de adoptar formas humanas o forma animal y ejercen su influencia sobrenatural en las personas. Algunos beduinos han adoptado el sufismo (Sufi es alguien que ha adquirido un conocimiento interno especial directo de Alá).

Su aislamiento ha ido disminuyendo a medida que la tecnología y la comunicación han ido prosperando. No resulta difícil encontrarte por el camino a los nuevos pastores de rebaños de dromedarios móvil en mano y motorizados. El nuevo pastor de rebaños del siglo XXI. El pastor es otra figura importante en la vida nómada, es el encargado del pastoreo de los animales, un hombre menudo y ágil, muy conocedor del terreno, del pasto y sobre todo de la supervivencia en medio del desierto. Ya no dependen de los animales para sobrevivir, pero siguen moviendo sus rebaños de dromedarios y cabras varias veces al año hacia nuevos pastos como un modo de mantener vivas sus tradiciones y conservan sus lealtades tribales y su código de honor. Tratan de adaptarse a la modernidad, sin perder sus raíces ni el espíritu, que como pueblo siempre los ha guiado. Y más allá de la modernización del mundo, siguen llevando una vida nómada enfrentados a las duras condiciones del desierto, que golpean duramente, a quienes siempre han habitado las zonas más sedientas del planeta.

El dromedario, es un animal central en su cultura. Conocidos como los «barcos del desierto», constituían y siguen constituyendo una forma de transporte, una fuente de alimentación y un símbolo de riqueza. Su piel, su pelo, todo es aprovechable y desde luego su compañía. Participa en numerosos usos culturales y funcionales. Con él mantienen un estrecho vínculo del que dan fe las extraordinarias imágenes captadas por Javi. Es una relación estrecha, espiritual, una relación de amistad, de genuino aprecio, llena de ternura. Considerados un «regalo de Dios», en un tiempo, fueron la principal fuente de alimento y medio de transporte, para muchos beduinos. Además de su extraordinario potencial lechero. En las duras condiciones del desierto, los beduinos consumían ocasionalmente su carne. Los hombres de las sociedades beduinas son admirados si tienen un trato amable con los dromedarios. Como tradición cultural, las carreras de dromedarios se organizan durante ocasiones festivas, como festivales religiosos. “Al-Huda” son cánticos de caravanas que se idearon para ayudar a los dromedarios a dejar de pensar en sus pesadas cargas. Según una historia, las canciones eran tan efectivas que los dromedarios llegaban a su destino alegres y animados, hasta que los cantos cesaban y conectaban con su debilidad y cansancio.

Los beduinos aman la libertad y no estar atados. “Eres libre. Tienes una relación sólo con tus animales. La única relación más importante es con Alá”. La calma y la paciencia son rasgos valorados en el desierto. La sumisión de los beduinos al destino ha sido una piedra angular de la fe musulmana. Repiten a menudo la expresión “Inshallah” (ojalá, si dios quiere…). El término beduino “de corazón verde” describe el acto de ser alegre y despreocupado por los asuntos mundanos y preferir la aventura y el peligro.

Los beduinos tienen complejas costumbres de lealtad, venganza y hospitalidad. Reza, fotógrafo de National Geographic, dijo: “He estado tomando fotografías durante 35 años y he viajado a 107 países diferentes, pero en ningún lugar he disfrutado de tanta calidez como la que experimento entre los beduinos. Agotado después de un largo día conduciendo… te acercabas a una tienda de campaña y de repente aparecía alguien con un café y una hermosa alfombra para sentarse, pero nunca te preguntaban quién eras ni de dónde eres. A veces me pregunto si el resto de nosotros hemos olvidado esos valores”.

La hospitalidad se considera un honor y un deber fundamental. Los visitantes suelen ser invitados a sentarse y compartir una taza de café espeso y arenoso o de té. El huésped adquiere categoría de miembro de la familia. Se le cuida y agasaja.

Extremadamente orgullosos, siguen un estricto código de honor. Son ferozmente leales, en primer lugar, a su familia más cercana y, después, con sus clanes y tribus. Los intereses se persiguen, las disputas se resuelven y la justicia y el orden se mantienen mediante este marco, de acuerdo con una ética de ayuda mutua y responsabilidad colectiva.

Tradicionalmente, la cultura beduina incluye música, poesía y danzas tradicionales. Valoran las habilidades orales tanto de hombres como de mujeres. Por la noche, les gusta tender una alfombra en la arena, lujo del nómada sobre la que fundan su morada durante unas horas, hacer una hoguera, beber té, cantar y danzar hasta altas horas de la noche bajo el cielo estrellado. De todo ello hemos sido partícipes durante este viaje.

Los poemas beduinos incluyen danzas de autocrítica, relatos de batallas, consejos para los niños, mensajes para enemigos y amantes, y relatos de acontecimientos históricos. Estos poemas y cuentos populares se recitan tradicionalmente por la noche, al calor de la hoguera, junto a historias del Corán que a veces otorgan a Mahoma poderes sobrenaturales.

Los poemas beduinos suelen ser exclusivos de la tribu, y las tribus que se encuentran a sólo unos pocos kilómetros de distancia, no conocen los versos de sus vecinos. Dado que los beduinos no solían estar alfabetizados hasta hace relativamente poco tiempo, su poesía, literatura, historia y tradiciones se han ido transmitiendo oralmente de una generación a otra.

A pesar de las condiciones de aridez y dureza, llevan una vida de orgullo y sencillez en el desierto y tratan con respeto su entorno. Todo lo que encuentran a su alrededor lo aprovechan para su vida diaria, madera, plantas desérticas, inventan juegos en la arena, sin otro tipo de accesorios que los que ofrece el medio. Su forma de vida es un modelo de comunión con el medio, una equilibrada manera de sobrevivir en un entorno hostil, un modelo de vida sostenible.

El agua es un bien preciado en el desierto, por su escasez. “Los pozos que no tienen dueño” son una cuestión importante, pues como diría el poeta saharaui Limam Boicha, “compartir la reserva más valiosa, dejarla accesible a quien esté de paso, es entender el sentido profundo del alma saharaui. El agua es un bien a disposición de la comunidad. Es para el viajero, no importa de donde venga, ni hacia dónde va. No importa que sea amigo o enemigo, creyente o incrédulo. No importa, el pozo es un bien colectivo”.

Podríamos decir que los habitantes beduinos del desierto, son verdaderos guardianes del desierto, guardianes de su integridad, de su historia y de sus tradiciones.

No resulta raro, encontrar en el desierto a personas, habitantes de sociedades bendecidas por la abundancia, que se acercan a estos espacios de carencia, en busca de una mayor conexión con su interior, con nuestra esencia perdida.

Javi, que ha sabido captar el espíritu del pueblo beduino, nos lo cuenta en bellísimas imágenes.

“Dios creó una tierra llena de agua para que los hombres pudieran vivir, y una tierra sin agua para que los hombres tengan sed, y un desierto: una tierra con agua y sin ella, para que los hombres encuentren su alma”. Proverbio tuareg.